sábado, 14 de junio de 2008

Tuppersex llama a su puerta

Ni cosméticos, ni productos de limpieza, ni pequeños electrodomésticos ni milongas similares. Tampoco recipientes de plástico para guardar alimentos. Lo que venden a domicilio las visitadoras del Tuppersex -las fiambreras [loncheras] del sexo- son vibradores de todos los tamaños y de todos los colores con funciones y texturas diferentes, lencería fina, aceites para masajes eróticos con todo tipo de sabores -fresa, chocolate, limón,...-, además de juguetitos para una ducha más placentera o anillos que hacen más duradero lo que a duras penas dura más de trece minutos.
El Tuppersex, ya ha triunfado en los EE.UU. y en países europeos como Francia, Bélgica, Alemania o los nórdicos y ahora ha desembarcado en España pero lo lógico es que acabe extendiéndose por medio planeta ya que también les reclaman desde Portugal, Italia o Latinoamérica.
Dina Hornecke, creadora de "La maleta roja", fundada en febrero de 2006 y que el pasado año facturó más de millón y medio de euros, es la pionera del Tuppersex en España. "Trabajamos para que el sexo sea comunicación, no una cuestión de poder. Ahí está la clave. Nosotros trabajamos la comunicación sexual". Ella y su equipo de 150 asesoras -no quieren que se les llame vendedoras- recorren la geografía hispana portando una maleta roja cargada de picantes sorpresas, de útiles para que hombres y mujeres "se expresen mejor en una sexualidad abierta". Todas ellas, unas a tiempo parcial y otras dedicadas en exclusiva a tan caliente trabajo, conocen muy bien lo que se traen entre manos, "porque somos usuarias de lo que ofrecemos", continua explicando Dina Hornecke. Y todas comparten un mismo objetivo: transmitir el mensaje de que practicar sexo, compartirlo, "es saludable y repercute en el bienestar de las personas". "El morbo, insiste Hornecke, no es nuestro tema. Enseñamos el lenguaje del erotismo". "Cuando las personas tienen más información, en éste o en cualquier otro asunto de la vida, son más libres. Hablamos de una sexualidad libre de prejuicios trasnochados. Ayudamos a vivir con naturalidad y alegría lo que es natural y alegre". "Somos un impulso. No hacemos magia. Simplemente queremos quitar el corsé a algo que hasta ahora se vivía de manera muy encorsetada, y casi casi en secreto. Sentimos lo que estamos haciendo, y creemos en ello".
Del amplísimo catálogo del que disponen lo que más triunfa son las bolas chinas, de gheisa, que además de dar "gustirrinín" fortalecen el suelo pélvico, y los geles que, al provocar frío o calor en lugar tan sensible, estimulan el clítoris. Y aunque sus clientas son de todas las edades, la gran mayoría está comprendida entre los 30 y 45 años. "Casadas muchas de ellas, con hijos, trabajadoras, con cierta independencia económica y que buscan nuevos caminos y retos en la sexualidad".
Que un grupo de mujeres se reúna para hablar sin pelos en la lengua de sexo. "Que tenga ese ingrediente lúdico, que desdramaticemos el sexo, supone un avance importantísimo. Y que sean mujeres las que lo hacen, ellas que han sufrido los mayores tabúes sociales y sexuales, mucho más". "Disfrutar del otro, buscar placer físico y afectivo, liberando tabúes tradicionales, es muy satisfactorio. Y es que el éxito del Tuppersex se explica porque "la mujer es hoy mucho más osada que el hombre" en cuestiones de cama. "Siempre está dispuesta a innovar". "Cuando entran en un sex-shop se sienten acosadas. Todo el ambiente, la luz, la decoración,... les conduce a pensar que es un lugar sólo para varones. En cambio, en una reunión de Tuppersex se encuentran entre iguales, con las mismas ganas de divertirse y aprender".

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