viernes, 15 de enero de 2010

Amor eterno

La historia de amor de la centenaria pareja que forman Abdullah y Elif se ha convertido en un símbolo del amor perdurable en Turquía. Y es que no es para menos, ya que llevan noventa años casados, tienen 112 y 110 años respectivamente, juntos han visto caer al Imperio Otomano y nacer nuevos países y su máxima aspiración sigue siendo seguir unidos hasta que la muerte los separe.

Amor en pareja

Nacido en 1898, Abdullah Adigüzel y su esposa, Elif, nacida en 1900, se enamoraron en su juventud y aseguran no haber tenido ni un sólo problema matrimonial en toda una vida de convivencia. "Nos queremos mucho. Nunca hemos tenido problemas durante noventa años. Sólo tenemos un último deseo: tenemos que morir juntos. Porque si uno de nosotros muere, el otro sentirá que ha perdido la mitad de sí mismo", explica Elif. El hijo más joven de la pareja, Ismail, de sesenta años y que vive aún con ellos, asegura que sus padres son un "ejemplo de amor" y de "matrimonio perfecto", no sólo para la familia sino para todo aquel que los conoce.
La mujer dio a luz diez hijos, de los que viven siete. La familia sigue aumentando y suma 113 miembros entre nietos y bisnietos y, cada año, en ocasiones especiales y durante las fiestas religiosas, todos se juntan en el pequeño pueblo de Yazibasi en la provincia oriental de Malatya, donde viven Elif y Abdullah.
El hombre cumplirá 113 años este próximo mes de febrero y conserva vivos recuerdos de los tiempos muy pasados. Tanto él como su mujer nacieron cuando su país era aún Imperio Otomano y juntos han vivido la caída de los sultanes, la fundación de la moderna República de Turquía y varias guerras. Por ejemplo, Abdullah se acuerda perfectamente de la Primera Guerra Mundial y de cómo, unos años después, en 1920, hizo el servicio militar en los Dardanelos, y hubo de cavar nuevas trincheras donde aún permanecía viva la destrucción de una de las batallas más sangrientas de la I Guerra Mundial.
Los apacibles ancianos turcos creen que el secreto de su larga vida está en su alimentación natural y saludable. "Comemos cosas del pueblo. Antes, todo tenía su propio sabor. Pero en los últimos años ya no encuentro esos viejos sabores. He dejado de comer verduras porque huelen a medicinas. Ya hasta me parece que el pan que cocemos en casa no sabe igual que antes", cuenta Elif.